¿Por donde andáis cuando me embriago de verbos?
Extraviados sin mí erráis
mendigando detrás de una ilusoria y farolera ironía.
Sonámbulos tiritáis de frío.
Os habéis contaminado inocentes
con el agua helada del tártaro,
sumidos en la indiferencia.
Os percibo ahogados
que no extintos
ideando la vuelta al campo de batalla
para lidiar con valentía
el embiste alegórico de una hoja en blanco.
Atentáis contra mi voz, la dobláis
acrisolando al máximo la palabra,
imponiendo la brizna que encubre al sigilo.
Afligidos malgastais la plenitud
presos de una piel náufraga
en el rojo de la sangre expulsada.
¿Recordáis?
Hasta la victoria siempre
si hay que morir, pues se muere,
pero no transigiré a la grotesca tentativa
de dejar morir a la Poesía.
Labios de Enero…
Suaves.
Esbozando una sonrisa
en este puñado de letras
en este puñado de letras
que avanzan seductoras
contra mí, descalzas,
erigiendo un muro de versos sin cerrojos ni cadenas.
La libertad desintoxicada
campa a sus anchas por mi bufete,
suspira a mi lado abrazada la Justicia
social, como siempre.
La saliva se empapa de leyes
que este año me ha devuelto “La Pepa”.
Insigne Constitución, gaditana,
de 1812.
Labios de Enero…
Esclavitud en los días de compromisos
y carreras, de lecciones ilustradas a destiempo.
Opresión de crisis conformadas
que me hierven en la sangre.
Labios de Enero…
Novados.
Habéis regresado fuertes,
con sabor a madre,
cual agua de manantial
que brota inesperado de la carne.